Primero fue Almería, luego Córdoba, después Jaén y ahora le tocó el turno a Málaga. El alcalde de la ciudad inauguró en la Plaza de la Solidaridad, la escultura homenaje a los sanitarios andaluces (de la que publiqué una reseña hace un par de meses más o menos), por el excelente trabajo que ha realizado este personal desde que explotó la pandemia en la Comunidad Autónoma. Pero el mejor homenaje no es esta escultura, ni siquiera los aplausos que durante el confinamiento dimos todos los días a las 20 horas, sino una ciudadanía responsable, consciente de que este virus no lo mata un confinamiento ni un toque de queda, pero si ayuda a disminuir la tasa de contagio, mientras el sistema de salud se prepara para los picos de esta segunda ola que ya está aquí y que toca a los ciudadanos reducirlo con responsabilidad, muy a pesar de la nefasta y confusa gestión de un gobierno que está más preocupado por hacer política que lo atornille en el poder, que consensuar con las comunidades para remar todos juntos en la misma dirección, como se jacta pidiendo de boca para afuera.
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