sábado, 27 de noviembre de 2010

Ciudad encantada

Al llegar a Praga tuve dos impresiones: la primera que el origen de las tantas leyendas y mitos sobre asesinos en series que tiene la ciudad se debe, en parte, a los muchos edificios medievales y góticos que abundan por los alrededores y la segunda que tuve la sensación de estar caminando por un museo arquitectónico al aire libre por los muchos estilos de fachadas que veía al paso por cada calle. Bien merecido tiene el nombre de ciudad encantada porque pareces estar metido en un cuento de hadas, caballeros y mazmorras.

Tenía altas expectativas con esta visita, muchas personas me habían hablado de esta ciudad y la verdad que no me ha defraudado. Ha sido una de las ciudades más hermosas que he visitado en los últimos años, con todo respeto por las otras ciudades que he visitado y que también me han impactado, pero Praga, por ahora se lleva el palmarés. Nos alojamos en el barrio judío. Les recomiendo que si van en grupo en lugar de quedarse en hoteles, procuren alquilar apartamentos, nosotros lo hicimos tanto en Budapest como en Praga y por persona salió muchísimo más económico, amén de ahorrarte dinero en comida porque los desayunos y las cenas las hacíamos en el apartamento, con la tranquilidad que da estar en una casa, descansando y, al mismo tiempo, compartiendo con los amigos una velada hogareña. Nuestra anécdota fue que al lado había lo que creíamos en un principio era un parque y al tercer día nos dimos cuenta de que se trataba del viejo cementerio judío, el que todo el mundo visita cuando va a Praga y por el que hay que pagar para entrar y tomar fotos, pues nosotros lo vimos y tomamos las fotos totalmente gratis, al menos el pedazo que se divisaba desde nuestras ventanas. Eso, sumado a que en el primer día nos compramos un títere en forma de bruja que al tocarle la barriga o aplaudir fuerte comenzaba a reírse, le dio a la casa ese toque misterioso por el que se ha caracterizado la ciudad.

Pero a lo que vamos, el itinerario y mis impresiones. El primer recorrido que hicimos fue al Castillo de Praga que está pasando el río Moldava por el famoso puente Carlos IV. Puente cuya anécdota es que el Rey Carlos IV lo mandó a construir y lo inauguró en días impares para atraer a la suerte. Demás está decir lo espectacular del puente, un viaducto gótico, repleto de estatuas, representaciones históricas de la ciudad y figuras religiosas. En una de ellas se representa el asesinato de Juan Nepomuceno, convertido en santo por la iglesia católica y que, según la leyenda, si lo frotas te da buena suerte. Por supuesto que lo hicimos, aunque no creamos en eso, pero como dicen, sólo por si acaso. Al otro lado del puente se encuentran: la isla Kampa, el Castillo y el barrio de Mala Strana, recorridos que tuvimos que hacer en varios días porque un solo día no te da para hacerlo. El primer itinerario fue el Castillo, un conjunto de edificaciones barrocas que alberga entre otras cosas el Palacio Real, la Catedral de San Vito, el convento de San Jorge convertido en iglesia, el callejón del oro (estaba en restauración y no pudimos verlo, pero destacar que allí se asentaron los alquimistas de la zona y fue hogar del gran Frank Kafka)y la torre de la pólvora que durante muchos siglos sirvió como laboratorio para intentar hallar la piedra filosofal. El castillo de Praga es el trono simbólico e histórico de las tierras checas, su visita resulta obligatoria para aprender un poco de la historia de este pueblo. El castillo está asentado en una pequeña colina y puede ser divisado desde cualquier parte de la ciudad. Por eso es el símbolo por excelencia de Praga. En los recorridos guiados cada parte tiene una numeración que te indica que allí sucedió algo importante. Nosotros nos conformamos con leer nuestras guías y enterarnos de algunos de esos acontecimientos. Solo decir que la República Checa ha sido sometida por otros pueblos innumerables veces a lo largo de su historia y de allí, creo yo, parte la desconfianza de su pueblo. La verdad que son gente desconfiada y arisca, pero no quiere decir que no te consigas con alguien simpático y amable de vez en cuando. Luego de ver el cambio de guardia del castillo (creo que quieren imitar el cambio de guardia que se hace en el Palacio de Buckingham en Londres, pero con la diferencia de que este se ve que está hecho solo como atractivo turístico porque no tiene sentido un cambio de guardia real en un país donde no hay rey y en un castillo donde no vive ningún miembro de la realeza), entramos a la Catedral de San Vito y a la Basílica de San Jorge. Resaltar que la Basílica de San Jorge fue construida en el año 921 y es una de las edificaciones religiosas de Praga más antiguas. Una vez hecho el itinerario, volvimos a cruzar el puente Carlos IV y dejar media tarjeta fotográfica tratando de capturar con la lente los miles de detalles que tiene y las vistas que pueden apreciarse. Para reafirmarse como un sitio de historias oscuras, apenas empezando el puente está el museo de los instrumentos de torturas usados en la época medieval y no lejos de allí está el museo del sexo, cuyos atractivos principales son los objetos de torturas sexuales usados en la edad media como fetichismo.

De regreso a casa pasamos por la Plaza de la Ciudad Vieja, un inmeso espacio peatonal donde se hallan la Iglesia de Nuestra Señora del Tyn, el Reloj Astronómico, la estatua en homenaje a Jan Hus, precursor del protestantismo religioso en Praga y, por ello, víctima de la inquisición católica y la casa de la campana de piedra, entre muchas fachadas y edificaciones con historias que rodean este bastión central. La plaza tiene mucha animación y es especialmente agradable sentarse en uno de los tantos cafés que la rodean y observar el movimiento humano y, sobretodo, su arquitectura. Esta plaza, sin embargo, no la visitamos en detalle sino a los dos días. En otoño los días son muy cortos y ya a las 4 y media de la tarde oscurece y aunque era encantador pasear bien abrigados, no lo era tanto para sacar buenas fotos, al menos no con mi cámara. Así que preferimos hacer los itinerarios temprano, para luego disfrutar de largas y agradables caminatas por las innumerables calles del centro, del frío, la noche y del turismo incansable que rodea a la ciudad. Visto el movimiento humano, creo que es mejor ir en esta época del año (mes de noviembre) porque si así es el ajetreo turístico por estas fechas, no quiero pensar como será en verano…seguramente insoportable por el gentío y el calor (o la calor como dicen en muchas partes). Luego de las últimas fotos del día, a casita a cenar y a descansar.

El tercer día pensamos ir a la Colina Petrñn, pero como nos llovió, cambiamos el itinerario y recorrimos nuevamente la Ciudad Vieja y fuimos a la Ciudad Nueva. Fue una larga caminata donde vimos nuevamente la Plaza de la Ciudad Vieja, subimos a la torre del reloj astronómico a ver las vistas de la ciudad (altamente recomendable), luego, a la hora en punto, nos colocamos frente al reloj para escuchar las campanadas. Este reloj posee en la parte superior los signos zodiacales, indicándote su alineación solar cada hora y en la parte inferior un calendario, se supone que da la hora precisa. Una calavera tira de la cuerda haciendo sonar una campana, al tiempo que dos puertas se abren para ver desfilar a una serie de figuras que representan a distintos personajes históricos del país y terminar con el son de una marcha, supongo yo con algún significado porque es bastante característica. Luego de repasar el cuadrado que representa el ayuntamiento de la ciudad vieja, recorrimos las estrechas calles de la zona y pudimos admirar a la Praga medieval. Durante siglos la calle Karlova fue la arteria principal y a lo largo de ella se encuentran casas y tiendas con fachadas renacentistas y barrocas. En este recorrido pudimos ver la Capilla de Belén, la Iglesia de San Gilles, la Plaza Marianske, la Plaza de los Caballeros Cruzados, la Iglesia de San Francisco, el Clementinum (seminario fundado por el Estado en 1783 que sustituyó a la antigua universidad jesuita). No alcanza el tiempo para ver cada edificación de este trazado. Decidimos tomarnos un café y luego dirigirnos a la Ciudad Nueva, donde están la mayoría de las tiendas comerciales y de marcas de la ciudad y la Plaza Wenceslao, patrón de Praga. Cuentan que la abuela de este príncipe le inculcó valores y principios morales para que gobernara con dignidad. La madre de Wenceslao sintió tal recelo de la abuela, que mandó a matarla para quitarla del medio y encargarse ella sola de la educación de su hijo. No tengo referencias que haya sido un mal rey, así que no creo que haya heredado la maldad de su madre, sino lo poco o mucho que pudo su abuela enseñarle le sirvió para el resto de su vida. En este recorrido llegamos hasta el Teatro de la Ópera y al edificio danzante, llamado así por su extraña arquitectura. Dicen que el arquitecto se inspiró en los bailes de Ginger Rogers y Fred Astaire para diseñarlo, de allí que lo llamen el edificio danzante. Desde la rivera del río Moldava tomamos fotos de la otra orilla del río y a casita temprano para prepararnos para ir al Teatro Negro de Praga, habíamos comprado entradas para la funcón de esa noche. Vimos Visiones de Alicia, una obra basada en el cuento de Lewis Carrol, Alicia en el País de las Maravillas, pero con la diferencia que el autor de la obra se plantea la vida de Alicia ya adulta y cómo su experiencia infantil pudo marcar su vida. Lo importante a destacar son los efectos especiales, típicos de este tipo de teatro que visto en vivo impresiona más que si alguien te lo contara. Así que no voy a detenerme a comentar la obra, pero si algún día tienen oportunidad de ir a ver el teatro negro de Praga, no lo dudéis. Comentar también que me llamó la atención que los mensajes de apagar el móvil, guardar silencio, etc,etc,etc, lo decían en 5 idiomas, incluyendo el español. Es notorio porque he ido a distintas obras en varios países y siempre los mensajes los dicen en inglés o francés o alemán, pero nunca en español, así que fue algo que agadecí no porque no sepa hablar inglés sino porque al fin alguien tomó en cuenta las bondades de mi idioma.

Al día siguiente como amaneció despejado, fuimos a la Colina de Petrñn, donde está ubicada una réplica de la Torre Eiffel en miniatura (bueno miniatura...es la mitad del tamaño de la original. Para ir al mirador hay que subir exactamente 299 escalones. Nosotros lo dejamos pasar porque a estas alturas estábamos ya exhaustos de tanto caminar). Este extenso parque se eleva sobre los tejados de la ciudad y se puede llegar a él andando o en funicular (nosotros escojimos lo segundo y no hace falta decirles por qué). Desde lo alto se disfrutan unas vistas estupendas de la ciudad y, además, podemos ver el estadio Strahov que según lo indica un cartel es el estadio más grande del mundo; el laberinto de los espejos (nada del otro mundo, los típicos espejos que te hacen más gordo o más flaco o más alargado o más enano); el muro del hambre, muro que el Rey Carlos IV ordenó construir para dar empleo a la parte más pobre de la ciudad, es un simple muro que no tiene ninguna función, pero las intenciones que hubo detrás de su construcción le da un significado especial; la iglesia de San Lorenzo y la iglesia de San Miguel. De la Colina de Petrññ nos fuimos a la isla Kampa y allí vimos la que dicen la calla más estrecha del mundo (aunque averiguando por internet descubrí que la calle más estrecha está en Alemania), la calle es la entrada de un restaurante y solo cabe una persona a la vez, así que hay un semáforo que te indica si puedes bajas (si el muñequito está en verde) o si no puedes bajar (si el muñequito está en rojo). Pasamos por el muro homenaje a John Lennon. Estos graffitis fueron pintados en la época comunista cuando los hippies de Praga libraron una batalla frente a ese muro con la policia secreta, pues las autoridades intentaban impedir que los artistas plasmasen sus grafitos. La figura de Jonh Lenno fue dibujada por un estudiante extranjero poco despuués de su asesinato y desde entonces se tomó como lugar de culto. De allí fuimo a la iglesia de San Nicolás (en Praga hay dos: una en este barrio de Mala Strana y otra en el Ayuntamiento ambas hechas por el mismo arquitecto, por lo que son exactamente iguales).

Habíamos dejado el último día para visitar el barrio judío y el cementerio, sin percatarnos que era sábado y que ese es el día de reposo para los judío, por lo tanto las sinagogas no estaban abiertas al público turista ni el cementerio, pero como dije al pricipio, la suerte de estar al lado de una parte del cementerio, nos permitió tomarle fotos aunque no lo hayamos visitado.

Resumiendo, el viaje me gustó mucho. No quiero comparar las dos ciudades porque cada una tiene su encanto y, además, creo que Praga se llevaría por los cachos a Budapest en belleza. Solo decir que es un viaje que bien vale la pena realizar y de disfrutar. En mi perfil de facebook he publicado un album con algunas de las fotos que tomé.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Las tres ciudades


Budapest tiene el encanto de lo antiguo, las fachadas de los edificios más céntricos expresan los años de historia de la ciudad, sus luchas, conquistas y derrotas. Me sorprendió saber que la capital de Hungría la conforman la unión de tres ciudades y no de dos como erróneamente creía: Buda, Pest y Óbuda y que apenas en 1873 se unieron para crear lo que hoy se conoce como Budapest. Pero hay otras cosas que también me sorprendieron de la historia de Hungría y es que actualmente todo el país ocupa solo la cuarta parte de lo que era originalmente porque en 1920, hace menos de un siglo, perdió todo su territorio al firmar un tratado de reconciliación: Transilvania que siempre la hemos asociado a Rumania, pues resulta que originalmente perteneció a Hungría y lo que hoy día es Serbia, Croacia y Eslovenia también fueron territorios húngaros a principios del siglo XX. Fue totalmente esquilmada de sus territorios y quizás por eso, viéndose indefensa ante los acontecimientos históricos ocurridos durante la primera parte del S. XX, se unió a la consigna Nazi para evitar ser bombardeada y perder lo poco que les quedaba. Aunque algunos edificios y barriadas no escaparon de la fuerza arrasadora de los aliados durante la II Guerra Mundial y hoy día son reconstrucciones que intentan revivir las glorias pasadas. Di una vuelta por el barrio Judío, convertido en gueto durante el nazismo y me dio la sensación de estar detenido en el tiempo. Sus edificaciones no se renovaron y su gente mantiene con orgullo su creencia religiosa. Es fácil reconocerlos al verlos por las calles porque su forma de vestir los delata. Me dio un poco de tristeza pensar en los horrores cometidos contra esa gente y al ver a las personas mayores caminar por la calle, sobrevivientes quizás del infierno, comentaba con mis amigos qué tipo de torturas habrán sufrido y cuantas historias tendrán para contarnos. Pero a pesar de ese pasado, Hungría puede jactarse de poseer la sinagoga más grande de Europa, majestuosa edificación que quizás calmó muchos sufrimientos. Intentamos acceder al interior pero, lamentablemente, el día que fuimos se estaba celebrando un acto caritativo y la entrada era por invitación, ni modo, nos quedamos con las ganas porque con las cosas que aún faltaban por ver, no nos daba tiempo de volver.

Pero empecemos por el principio. Fui a Hungría con la errada idea de que aún estaba militarizada. Al menos eso fue lo que me contó un amigo que había estado allí hace 11años. Me dijo que en el aeropuerto te recibían policías vestidos como los hemos vistos en las películas nazis, armados con inmensos fusiles...totalmente falso. No vi ni uno. Aunque el día antes de irnos a Praga, fuimos a la Plaza de los Héroes y allí estaban acordonando el lugar, quizás por algún acto público que se celebraría y los policías tenían el uniforme caqui típico de las películas, pero a diferencia de hace 60 años eran amables y no disparaban primero y preguntaban después. He de decir que también fui con la errada idea de que Budapest era una ciudad muy insegura (yo pensé bueno quizás no se han dado una vuelta por Caracas para que vean lo que eso significa), incluso el día que subimos al Barrio del Castillo, al lado del Palacio Real está el Palacio de Sandoz, que hoy en día es la residencia del presidente húngaro. A mis amigos no se les ocurrió otra cosa que colarse por debajo de unas cadenas para hacerse fotos en la caseta del vigilante de la residencia presidencial. Un señor, suponemos que húngaro, nos advirtió del peligro de lo que estábamos haciendo y nos aclaró que no estaba permitido, pero nos dijo que los policías tenían orden de disparar sin preguntar. En principio, nos aterró la idea de morir tan jóvenes, pero luego, al ver al policía acercarse a nosotros y no decir nada, pensamos que la gente tiene paranoía de los cuerpos policiales y que aún tienen muy marcado el recuerdo de su crueldad. Menuda tarea tienen hoy en día esa gente para cambiar la imagen hostil que han dejado.

El barrio del Castillo está enmarcado por el antiguo Palacio Real y dos castillos de la edad media, hoy día esas edificaciones sirven de sede para la Galería Nacional de Hungría y distintos museos, estuvimos tentados a entrar en la Galería pero visto el itinerario que teníamos en mente, desistimos de la idea. En su lugar nos dedicamos a recorrer las callejuelas medievales del barrio, a admirar la vista del Danubio y a tomar muchísimas fotos del Parlamento húngaro visto desde la orilla opuesta del río. Es lamentable que tan bella edificación no tenga la iluminación adecuada por las noches para realzar aún más, si se puede, su belleza arquitectónica. Debo decir que en general las noches eran poco iluminadas. Me acordé mucho cuando estuve en Berlín que la ciudad me pareció gris y sosa, pues Budapest fue algo similar. La mentalidad comunista-nazista al parecer no les permitía iluminar las calles y es una pena porque hay tantas edificaciones que impactan que si estuvieran iluminadas adecuadamente por las noches, dejarían a más de uno con la boca abierta. Al lado del Palacio Real está la anteriormente mencionada residencia del presidente húngaro, la cual pasamos de largo para evitar represalias por habernos colado en la caseta del vigilante y, a lo largo del recorrido, enmarcado por fachadas góticas y medievales se encuentran la Iglesia de Matyas, el Bastión de los Pescadores, la iglesia de Santa María Magdalena (ruinas), el laberinto (subterráneo usado por el ejército húngaro para esconderse de las tropas enemigas y es literalmente un laberinto) y finalmente la Puerta de Viena (antigua salida a Austria). Trataré de explicar brevemente cada cosa porque con todo lo que vi creo que un solo artículo no bastará. Este recorrido fue declarado por la UNESCO Patrimonio de la Humanidad y no les falta razón porque la ciudad medieval de Buda tiene todos los elementos que la consagran como un lugar único: historia, belleza y, sobretodo, encanto. La iglesia de Matyas tiene una historia particular, durante la Edad Media los húngaros tenían prohibido su acceso porque solo se permitían la entrada a los alemanes, a raíz de eso los habitantes pobres de la ciudad construyeron la iglesia de Santa María Magdalena para tener un lugar de culto. Luego, durante la invasión turca, la iglesia de Matyas fue convertida en mezquita. Cuenta la leyenda que en 1686, la virgen se apareció entre los turcos que oraban y éstos tomaron la aparición mariana como una señal de derrota. La mayoría de estas edificaciones fueron destruidas durante la II Guerra Mundial y no fue sino hasta mediados de los 60 en el siglo XX cuando fueron restauradas. Desde el Bastión de los Pescadores, un mirador-monumento en estilo neorrománico construido en homenaje a los pescadores del lugar, se observan unas vistas espectaculares de la ciudad de Pest.

Al día siguiente hicimos un recorrido por el Parlamento húngaro. Su interior está repleto de pasillos lujosos, estatuas representativas, cuadros de grandes artistas locales y guardada en una urna de cristal, las joyas de la corona del rey Esteban, primer rey húngaro y el único que se representa con la corona puesta. La entrada principal solo se abre cuando se realizan reuniones donde se invitan a los grandes dignatarios y a los reyes de otros países. Actualmente el Parlamento húngaro lo conforma la cámara alta que se reúne en el lado de la edificación que no está abierta al público. La cámara baja fue eliminada recientemente y se convirtió en el Tribunal Supremo de Justicia. Esta edificación tiene dos alas exactamente iguales en tamaño y decoración (la única diferencia, según contó la guía, es el color de las alfombras en un lado es roja y en el lado donde estábamos era azul), lo que vimos en nuestro recorrido es lo que hay en la otra ala, la única diferencia es la exhibición de las joyas de la corona (además del color de la alfombra). La zona que rodea al Parlamento rezuma historia y poder con sus grandes plazas, anchas avenidas y arquitectura secesionista, legado del imperio austrohúngaro. Cerca pueden encontrarse dos de las construcciones más importantes de la ciudad (a parte del Parlamento): la iglesia de San Esteban y el Teatro de La Ópera. La cúpula de la basílica de San Esteban puede observarse desde cualquier punto de la ciudad y posee la misma altura del Parlamento, cuando éste se construyó el arquitecto no quiso hacer una edificación más alta que la iglesia del santo para no quitarle esplendor. La iglesia conserva la mano derecha momificada de Esteban, la historia cuenta que cuando canonizaron al Rey Esteban, alla por el año 1086 (50 años después de su muerte), exhumaron su cadáver y hallaron la mano derecha en perfectas condiciones, desde entonces ha sido motivo de culto por la parte más creyente del pueblo húngaro, atribuyéndole innumerables milagros. Tanto que dentro de la misma basílica hay una capilla dedicada a esa mano y en donde se la exhibe dentro de una urna de cristal (aunque debo decir que no pude distinguirla con tantas luces enfocándola). Ese día también pasamos por la sinagoga más grande de Europa, como comenté anteriormente y caminamos por la Andrassy Utca y la Váci Utca, las dos calle comerciales por excelencia de la ciudad. Utca es calle en húngaro.

El penúltimo día fuimos a la isla Margarita, un bastión vegetal en medio del Danubio (usado como coto de caza en la época medieval). Esta isla lleva el nombre de la hija del rey Béla IV, del siglo XIII, que pasó la mayor parte de su vida enclaustrada en el antiguo convento. Cuentan que el rey le prometió a Dios que su hija viviría el resto de su vida allí, si los libraba de los turcos. El milagro se dio y el rey cumplió su promesa (menuda ganga prometer desgraciar la vida de otros a cambio de un beneficio personal porque, a fin de cuentas, la promesa lo llevó a seguir reinando en Hungría muchos años más). El paseo por toda la isla dura más de dos horas, hicimos la caminata y la verdad que fue encantador pasear a la orilla del Danubio y ver a lo largo del paseo las dos fachadas de las antiguas iglesias católicas que aún se mantienen en pie, los amplios jardines y sobretodo, la tranquilidad que se respira.

De allí nos fuimos a la zona de Vársoliget y vimos lo que para mi fue, después del Parlamento, la edificación más bonita de la ciudad: el Castillo Vajdahunyad, una combinación de estilos románicos, góticos, renacentista y barroco. Fue construido para la celebración del centenario de la unión de las ciudades y representa la evolución arquitectónica de Hungría. También vimos el Museo de Bellas Artes, que por cierto ofrecía la retrospectiva de la pintura de Botero y la plaza de los Héroes. Lo único que no pudimos visitar fueron los balnearios, muy famosos a nivel mundial, pero siempre lo tendremos como excusa para volver.

Mención aparte son las vistas desde el Puente de las Cadenas, uno de los 4 puentes (y el más importante) que unen a las dos ciudades. El Danubio en su majestuosidad y las edificaciones a ambos lados del río hacen de estas vistas algo inolvidable. Resumiendo, Budapest me gustó, es una ciudad fácil de caminar y aún cuando el húngaro no hay quien lo entienda, con un plano de la ciudad te mueves como pez en el agua y medio machacando el inglés te comunicas perfectamente con las personas, las cuales resultaron muy abiertas y amables. Aquí publico una pequeña muestra fotográfica, en mi perfil de facebook he publicado un album más completo.