domingo, 25 de abril de 2010

La causa humana

Los hombres no terminanos de aprender a convivir unos con otros y cada día buscamos nuevas excusas para profundizar el odio, la intolerancia y la división entre nosotros mismos. Dos noticias recientes son pruebas de ello. Por un lado, en España se discute si una adolescente musulmana debe o no llevar a la escuela el velo puesto en su cabeza y, por el otro, la gobernadora de Arizona firmó una ley que cataloga de delicuentes a los extranjeros indocumentados que viven en ese Estado. Los que están en contra del uso del velo aducen que España es un país laico y los que vengan deben adaptarse a sus normas, algo así como "donde fueres haz lo que vieres" y la gobernadora de Arizona dice que con esa medida se "evitará" el ¿narcotráfico? Argumentaciones estas que son un resumen de la gran xenofobia que padecen muchas personas, en especial aquellas que, lamentablemente, han puesto sobre el tapete ambas noticias porque son las que están en el poder de mando en estos momentos. La dirección de la escuela y la gobernadora olvidan algo, el poder es efímero pero la gente no. De ser así, el mundo hubiera dejado de ser lo que es hace mucho tiempo, pero afortunadamente la raza humana tiene un poder infinito de renovarse y nunca han existido barreras para superarse, solo las que ponemos nosotros mismos. No se si la joven musulmana podrá asistir con su velo a clase o si los inmigrantes ilegales en el Estado de Arizona lograrán revocar tan desafortunado decreto. Lo que si se es que nos inventaremos nuevos recursos, nuevas formas para prevalecer. La causa humana no podrá detenerse y el hombre seguirá evolucionando en España, Estados Unidos o en cualquier lugar del mundo que elija para desarrollarse. Las fronteras no deben ser un impedimento, ni un modelo de cultura, solo un sistema justo de leyes donde se promuevan los valores humanos con equidad para todos aquellos que decidan echar raíces en algún lugar de este maltratado planeta, servirá para controlar los desmanes que a veces somos incapaces de evitar. Somos así, imperfectos y cometiendo errores cada dos por tres, pero valorados como lo que somos: personas. Y las leyes no deben nunca desvalorar al ser humano porque use un velo o porque no tiene una documentación que lo identifique como "americano". Las leyes no deberían usarse para eso y las personas que tienen la potestad de promulgarlas tampoco deberían jugar a ser dioses diciendo quien tiene y quien no tiene derechos. Porque con el dedo que señalas, serás señalado también.

viernes, 23 de abril de 2010

Ausencias y abandonos

La anciana con sus pasos dificultosos se acercó al comedor y se sirvió agua de una jarra de cristal que descansaba sobre la mesa. Su nieto la vio más vieja y acabada, parecía un fantasma materializado en un cuerpo a punto de sucumbir. El pulso le temblaba, le costó trabajo llevarse el vaso a los labios. De repente tuvo una visión y vio en pequeños destellos parte de su infancia. Se vio a sí misma en una casa rural, ubicada en medio de un naranjal. Tenía la sensación de que su vida se basaba en ausencias y abandonos. El nieto la volvió a la realidad tomándola por los hombros. Casi se desmayó en sus brazos, sin fuerzas físicas ni voluntad para caminar se entregó a la inercia. Su cuerpo sudaba y en su mirada se reflejaba una profunda tristeza.