lunes, 23 de agosto de 2010

Maravillas de Jordania


Este año decidí volver al Oriente Medio, luego de mi excelente viaje a Egipto el año pasado, pensé seguir descubriendo esa zona llamada Extremo Oriente por su ubicación límite entre Asia y África. El Reino Hachemita de Jordania es su nombre oficial, se conocíó hasta 1950 como Transjordania por estar ubicado al este del mítico río Jordan en contraposición de Cisjordania que está al oeste y hoy día se le conoce como los Territorios Palestinos o Palestina, aunque los habitantes de Jordania prefieren llamar a esa extensión territorial por su nombre original. Te sorprende llegar a Jordania porque no sabes hasta que punto está influenciado por sus vecinos. Su ubicación geográfica es una verdadera bomba de tiempo y, sin embargo, el Rey Hussein (primero y luego a su muerte su hijo mayor quien lo sucedió en el trono, el rey Abdallah) han sabido establecer buenas relaciones diplomáticas con todos, manteniéndose al margen de cualquier conflicto que lo circunda. Limita al norte con Siria (los que han ido a Siria saben que luego no pueden entrar a Israel porque ambos países no tienen buenas relaciones diplomáticas), al noroeste con Irak (mi primera excursión a los Castillos del Desierto me llevó a estar a 100 kilómetros de la frontera Iraquí), al este y sur con Arabia Saudita (el único que está en paz con todos), al suroeste con el Mar Rojo y al otro lado del Mar, en el horizonte, se divisa Egipto y al oeste con nada más y nada menos Israel y Cisjordania (desde el Monte Nebo, en un día claro, se pueden divisar ambos territorios, yo lamentablemente tuve que imaginármelos porque el día que fui había mucha calima y el horizonte se veía como si estuviera nublado). Sin embargo, te encuentras con una país que busca la modernidad, afable y con una mentalidad que dista de los radicales musulmanes (aunque también te encuentras con algunos de ellos). Desde que el Rey Hussein llegó al trono, se propuso cambiar los desérticos suelos jordanos por ciudades pujantes y modernas. Es el caso de Amman, capital del país, que se encuentra entre las 10 ciudades más seguras del mundo y tiene un desarrollo urbanístico impresionante. Con proyectos de construcción de grandes rascacielos y un sinfin de franquicias americanas y europeas operando. La característica de esta ciudad es que la conforman 27 colinas donde han construido viviendas, negocios, oficinas, parques, hospitales, escuelas, etc, etc, etc. Te da la sensación de estar en un constante sube y baja (me recordó mucho a las calles de San Francisco) porque las colinas ocupadas (no todas las 27 colinas están habitadas) se comunican entre si. De 4 escuelas que existían en los años 60 han pasado a más de 4 mil, porque el Rey se propuso educar a su país para sacarlo de la ignorancia y lo ha hecho con creces ya que la mayoría de los ciudadanos no solo hablan árabe, sino inglés y muchos francés y las universidades cubren la ocupación máxima de estudiantes.

Hay cuatro características de la idiosincracia jordana que me llamaron la atención: una es que no les gusta dar cambios, tienes que pagar el precio justo o que te devuelvan el menor cambio posible, si mostrabas un billete de 20 ó 50 dinares te pedían que lo cambiaras para pagar, a este detalle le sumo que casi todos tenían los billetes guardados en grandes fajos dentro de sus bolsillos (incluso en los hoteles donde estuve hospedado), las cajas registradoras las usan poco. Otra característica que me llamó la atención es que (se ve más en los pueblos que en la capital) la mayoría de las personas las veías descansando sobre sus esterillas, incluso los vendedores en las jaimas, desde sus sitios de descanso, te iban diciendo los precios de las cosas sin molestarse siquiera en levantarse a enseñarte los productos que vendían y la cuarta característica (y positiva) son amables, siempre te ofrecen una tacita de te (la única ocasión que dejan su sitio de descanso para atenderte) y una sonrisa y no están encima de ti tratando de venderte algo (a diferencia del año pasado con los egipcios que se volvían insoportables rodeándote a cada paso sin darte tregua ni descanso).


El viaje lo hice en 7 días, visité Ammán, los Castillos del Desierto, el Mar Muerto, Madaba, Nebo, Kerak, Petra, el desierto de Wadi Rum, Aqaba, Jerash, Ajloun y de vuelta a Ammán para pasar los dos últimos días. En líneas generales me gustó el viaje, solo que se me hacía largo viajar de un sitio a otro en autobus porque muchas veces estábamos hasta 4 horas rodando. Lo que más me llamó la atención fue la Ciudad Petra, el Mar Muerto, Aqaba (por el resort donde estuve y las cristalinas aguas del Mar Rojo) y Jerash, donde se encuentra una de las mejores ciudades romanas conservadas en el mundo. Lo que menos me gustó fueron los Castillos del Desierto (creo que si solo hubiéramos visitado el Castilo de Amra hubiera sido suficiente), Monte Nebo y Ajloun, más que todo porque me decepcionó un poco que se crearon muchas expectativas y saqué poco de esas visitas (amén de que para llegar a esos sitios rodamos mucho y cuando llegamos ya veníamos cansados por el viaje).


Jordania es rica en historia. Desde la antiguedad se han sucedido diversos acontecimientos vividos por el pueblo elegido, fueron las tierras a las que llegaron los judíos en su huida de Egipto. Estuve cerquita del lugar que se dice Moisés abrió las aguas del Mar Rojo para que el pueblo pasara en seco y llegara al desierto y vagara en él durante 40 años. También fue el lugar desde donde Moisés divisó la tierra prometida, tierra que no llegó a pisar por haber dudado de su fe. Se dice que allí enterraron los restos mortales del profeta, cuyo lugar está señalado por la cruz de hierro con la serpiente enredada como símbolo de los milagros obrados por él. Hoy día es el ícono que identifica a los farmacéutas. Pero no solo hay acontecimientos que se refieren al pueblo bíblico, sino también fue la tierra donde florecieron grandes culturas como la de los pueblos Omeyos y Nabateos y surgió la figura mítica del soldado inglés inmortalizado con el nombre de Lawrence de Arabia. En fin, no quiero hablar de la historia conocida porque se puede revisar fácilmente a través de internet. Solo reseñar que la riqueza histórica se palpa a través de sus paisajes, su gente, su comida, el aire que se respira, sus valles, en general, Jordania respira historia, pero también expresa sus deseos de estar a la altura de las grandes ciudades del mundo. Combinando lo clásico con lo moderno, lo viejo con lo nuevo, lo tradicional con lo internacional.

Ammán, la ciudad capital está dividida por zonas de acuerdo al poder adquisitivo y la zona C y D (el oeste de la ciudad) es moderna y actual. Incluso las mujeres están lejos de la religión más tradicional y es normal ver a la joven generación bailando y tomando libremente (pero solo se ve en el oeste de Ammán, en las zonas A y B están las típicas mujeres musulmanas de velo y burka, al parecer la pobreza está proporcionalmente relacionada con la religión. Mientras más pobres son más practicantes del radicalismo religioso y mientras más dinero se tiene, al parecer, hay mayor libertad para vivir sin los prejuicios religiosos). Aunque hay que acotar también que los sitios donde expenden bebidas alcohólicas son muy contados. De hecho, nos costó mucho encontrar uno porque nadie sabía de ninguno. Esa noche vimos parte de la vida nocturna de Ammán y la verdad que no difiere en nada de una salida nocturna en cualquier parte del mundo occidental. Complementamos esa noche yendo a un bar típico a probar las famosas shishas, llamadas en Jordania Arggela. Como no fumo, solo le di una calada nada más para probar. Casi me ahogo, pero debo decir que me supo a frutas. Es interesante el proceso de mantener encendidos los carbones que hacen que el agua que contiene el envase nunca se enfríe. Tres piezas pequeñas incandescentes de carbón se colocan sobre un papel de aluminio en el tope de la shisha, cubriendo el polvillo aromático que le da sabor. El camarero pasa a cambiarlos cada 20 minutos por otras tres piezas, una vez que han perdido su calor y así está hasta que el cliente haya terminado de fumarla o se haya cansado (parecía interminable). Quizás para quien antes haya fumado shisha no es una novedad lo que estoy diciendo, pero para mi si lo fue porque nunca había visto a nadie fumar una.
Voy a detallar las cosas que más me impresionaron Primero la Ciudad Petra, declarada como Parque Nacional Arqueológico en 1993 y una de las nuevas 7 maravillas del mundo. Antes de entrar a la ciudad recorres un largo camino pedregoso hasta llegar al siqh o túnel (el mismo camino pero rodeado de gigantescas rocas que van cerrándolo hasta convertirlo en un túnel. La altura de muchas de ellas alcanzaban fácilmente los 200 metros). Al convertirse en un cañón cerrado, muchas personas pensaron que era un camino sin salida. De allí que se mantuvo oculta al mundo muchos siglos, hasta que al principio del s. XIX un expedicionario suizo se arriesgó a recorrerlo, encontrándose con esa maravilla. Una vez que recorres el siqh, lo primero que te encuentras es con la fachada del Tesoro o Tumba de los Obeliscos, lugar de adoración de los nabateos. Es la fachada más conocida de la ciudad. A lo largo del recorrido (casi dos horas y media), te encuentras con un sinnúmero de fachadas representando tumbas y cámaras funerarias y las mismas están colocadas por categorías. Las más conocidas, además del Tesoro, son la calle de las fachadas y el sepulcro de las 17 tumbas. También te encuentras con un teatro romano esculpido en la roca. Me impresionó esto porque si era una ciudad de difícil acceso, ¿cómo es que tiene un teatro romano? La explicación del guía fue que la única vez que conquistaron a la ciudad fue en el año 106 a.c. por los romanos que introdujeron parte de su cultura a Petra, no solo construyendo el referido teatro, sino también iglesias y foros, muchos de los cuales se han perdido. Dicho esto, continuamos nuestra andadura hacia la parte superior del valle donde está el Templo de la Princesa o lo que queda de él, desgastado y erosionado por el tiempo y por el mal uso que se le dio durante los años que los beduinos usaron este valle como vivienda. Al finalizar el recorrido, llegamos a la falda de la montaña que te conduce al otro "tesoro" que esconde la ciudad: El Monasterio. Fue una subida de unos 900 metros aproximadamente (tardamos una hora porque yo, particularmente no podía con mi alma. Cosas de la edad supongo, pero digo algo a mi favor eran las 2 de la tarde, ya habíamos realizado una caminata de casi 2 horas para llegar a ese sitio y hacía 50 grados de temperatura. De hecho, a varios del grupo les dio un golpe de calor, así que fui afortunado de no sufrir nada, solo el cansancio). Pero si confieso que cuando llegué a la cima, me decepcionó un poco el Monasterio porque era una fachada muy similar a la del Tesoro, creo que ese esfuerzo valía encontrarse con algo más impresionante, aún así no me quejo porque toda la ciudad en su conjunto es preciosa.
La otra visita que me impresionó fue la del desierto de Wadi Rum. Al sur de Petra, cerca ya del Mar Rojo, se extiende este desierto, sin duda, uno de los mas bellos del mundo. Sus doradas arenas y moldeadas montañas rojas han sido escenario de las aventuras de personajes como Lawrence de Arabia y de multiples películas de Hollywood. El libro Los 7 Pilares de la Tierra se inspiró en las aventuras del soldado británico y muestra en su esplendor al desierto. La única forma de explorar este bello lugar es en un vehiculo 4x4, conducido por algún guía beduino. Al igual que la Ciudad Petra, solo los beduinos tienen la exclusividad para trabajar en este desierto. Dos ciudades facilitan la entrada al desierto: Rum y Diseh. Rum es un pequeño pueblo beduino, que está formado por chabolas. Se me presentó la oportunidad de pasar la noche en una típica jaima pero preferí irme a Aqaba a pasarla en el resort frente al Mar Rojo y no me arrepentí porque los que decidieron pasar la noche en el desierto se quejaron del excesivo calor y de las incomodidades de la jaima.
La tercera visita que me agradó, más que todo porque descansé de tantas caminatas y del sol abrasador, fue Aqaba, ciudad que queda en la parte sur de Jordania y a solo 50 kilómetros de la frontera con Arabia Saudí. Se le conoce como el caribe oriental. Me bañé en las aguas cristalinas del Mar Rojo, muy cerquita del golfo de Suez, lugar donde se supone Moisés abrió las aguas del mar para que el pueblo judío cruzara en seco. De hecho, desde la orilla se ven las montañas egipcias que el pueblo judío cruzó para escapar de la persecución egipcia. Mi habitación daba a un pequeño jardín que conectaba directamente con la piscina y más allá se veía el mar. Lo único malo eran los corales y rocas que adornan su orilla, tanto así que hay que meterse con zapatillas o usar la plataforma flotante que hay instalada para entrar más allá de la orilla. Como de lo bueno siempre hay poco, el día que duré allí pasó muy rápido y tuve que volver a Ammán en un viaje de casi 5 horas a pasar el último día de mis vacaciones.
Ese último día fui a Jerash donde se encuentra la ciudad romana, una de las mejores conservadas en el mundo. También me impresionó sobremanera lo bien que se ve, pero su visita fue un visto y no visto, por eso tomé pocas fotos. Las estructuras más destacadas de la ciudad son: el Arco de Adriano, el circo / hipódromo, dos inmensos templos dedicados a Zeus y Artemisa. Una vez que terminamos la visita volvimos a Ammán. En líneas generales me gustó Jordania con sus cosas buenas y sus cosas malas y es un viaje que definitivamente aconsejaría hacer. Todas las fotos fueron tomadas por mi y en mi perfil de facebook he publicado un albúm con más fotos para los amigos que desean verlas.