sábado, 7 de octubre de 2017

Cracovia una belleza bien conservada

Así como existe una sana "rivalidad" entre Madrid y Barcelona por ser la urbe más cosmopolita o, más humildemente, entre Málaga y Sevilla, de igual forma existe en Polonia esa rivalidad entre Varsovia y Cracovia. En el año 1038 Casimiro I el Renovador, hizo de la ciudad de Cracovia su sede, pasando a ser la capital de Polonia hasta 1596, fecha en que Segismundo III Vasa trasladó la capital a Varsovia, naciendo de este modo la rivalidad entre cracovianos que vieron como su ciudad perdió la importancia que hasta entonces tenía y varsovianos que recibieron con júbilo el nuevo cambio de capitalidad. El hecho de que el poder económico se fuera desplazando paulatinamente hacia Poznan, al norte del país (ciudad a la que no fui en esta oportunidad pero la tengo pendiente de visitar porque me dijeron que es un sitio espectacular), por un lado, y, por otro, la ansiada búsqueda de una salida al mar Báltico por la Pomerania, contribuyeron a que en 1596 el rey Segismundo III Vasa trasladase la capital más hacia el centro, de Cracovia a Varsovia.

Cracovia, a diferencia de Varsovia, no sufrió el ataque devastador que sufrió la actual capital polaca, en parte porque fue una ciudad que los nazis ocuparon sin ningún tipo de resistencia y en parte porque nunca fue bombardeada por los aliados, los alemanes la abandonaron rápidamente ante la inminente llegada de los rusos. Por lo que ha podido preservar magníficamente su legado histórico y arquitectónico.

Me hospedé en el hotel Rezydent, en pleno centro histórico de la ciudad, hago la advertencia de que es un hotel tres estrellas, de construcción antigua y conformado por tres edificios con entradas laberínticas y escaleras que en algunos tramos son alargadas y en otros en forma de caracol. Dos de los tres edificios no tienen ascensor y adivinen que? Pues me tocó la habitación en la última planta de uno de los edificios sin ascensor. Una de las razones por las que tuve maratónicas caminatas durante todos los días fue para evitar en lo posible subir a la habitación. Me di cuenta que no estaba en forma (que si lo reconozco), que me daba flojera subir (que también lo reconozco), pero quería evitar las palpitaciones a cien, los calambres en las piernas y la sensación de ahogo apenas llegaba a la segunda planta. Las dos restantes eran un verdadero vía crucis que me hacía llegar casi arrastrándome (tal vez exagero un poco, pero de que hice ejercicios cardiovasculares sin quererlo ni pedirlo, nadie me lo puede quitar). 
Iglesia de Santa María

Como tenía el centro histórico a mano fue lo primero que visité. El centro histórico está dividido en tres zonas: la Plaza del Mercado, la ciudad medieval y el barrio de Kaziemiers (lugar donde se asentaron los judíos antes de la IIWW). La plaza del mercado es considerada como una de las más grandes de Europa y allí alberga, entre otras edificaciones la Iglesia de Santa María una de las construcciones más importantes de Cracovia. Esta iglesia posee dos leyendas que los guías venden como verdaderas (bueno y si uno revisa los libros de historias también se hablan de ellas, pero no garantizan su veracidad). Uno, que una torre de la iglesia es más alta que la otra debido a que esta iglesia fue construida por dos hermanos arquitectos y en su rivalidad por ver quien hacía la torre más alta y en menos tiempo, uno de ellos terminó asesinando al otro para ganar la apuesta. La otra leyenda que han convertido en tradición es que desde lo alto de una de las torres un trompetista (que es un miembro del cuerpo de bomberos) sale a cada hora exacta a tocar una melodía para celebrar el toque de trompetas que en su momento un valiente caballero tocó en señal de alarma ante la inminente invasión de los bárbaros. El hombre recibió un flechazo que le atravesó el cuello impidiéndole terminar la melodía y es por eso que al tocarla hoy en día, el trompetista termina abruptamente en homenaje al momento en que el valiente caballero recibió el mortal flechazo. 


Torre del Ayuntamiento
Iglesia de San Adalberto
Otras atracciones que se encuentran en la plaza del mercado es precisamente el mercado que le da nombre a la plaza ubicado en una edificación llamada Lonja de los Paños, un edificio de estilo renacentista con planta rectangular rodeado de arcadas construído en el siglo XVI. La primera planta es hoy en día un mercadillo y la planta subterránea un museo de historia (a este último no entré por falta de tiempo). También está la iglesia de San Adalberto una de las más antiguas de Polonia con casi mil años de historia y la Torre del Ayuntamiento, una torre de estilo gótico, del S. XII y que actualmente es parte del Museo de historia de Cracovia.
Panorámica de la Plaza del Mercado


Más allá de la Plaza del Mercado está la Puerta de San Florián, la antigua entrada a la ciudad medieval y la Barbacana, una estructura defensiva circular construida en ladrillos y situada en la parte exterior de la muralla de San Florián, siendo un punto de control para todos aquellos que querían acceder a la antigua ciudad.

Del lado contrario a la muralla y a la barbacana está una calle principal que te lleva a la ciudad medieval de Wawel donde están el Palacio y la Catedral. Asentada en lo alto de una colina desde donde se puede contemplar el río Vístula y parte de la ciudad al otro lado del río. Lamentablemente, por falta de tiempo y tomando decisiones que luego no resultan tan acertadas, decidí dejar de lado esta visita porque tenía las excursiones a los campos de concentración y a las minas de sal que ocuparon la mayor parte de mi tiempo en Cracovia y una de las pocas cosas que deseaba hacer era, además del centro histórico, ir a la Fábrica de Schindler, recorrer el antiguo gueto judío y buscar las locaciones de la película La lista de Schindler que tiene a Cracovia como escenario. 


Iglesia de San Pedro y San Pablo
En esta calle principal que va hacia la ciudad medieval, el único sitio que visité fue la Iglesia de San Pedro y San Pablo. Es la iglesia de mayor tamaño del centro de Cracovia, por lo que es usada frecuentemente como sala de conciertos de música clásica (no olvidar que Polonia tiene gran tradición de música clásica porque uno de los grandes de la música renacentista como lo fue Frédéric Chopin es polaco). Lo que me llamó la atención de esta iglesia es su fachada adornada con las estatuas de los 12 apóstoles realizadas originalmente en 1722, aunque luego me enteré que debido a la erosión de la piedra, las estatuas originales fueron sustituidas por copias en piedra caliza que son las que actualmente el turista puede contemplar.









Aprendiz de rabino estudiando la Torá
Como manda la tradición tuve que usar una kipá
para entrar a la sinagoga y al cementerio.
Y la otra parte del centro histórico es el barrio de Kazimiers (Casimiro en cristiano), donde se asentaron los judíos antes de ser transportados al gueto ubicado al otro lado del río Vístula (de este gueto quedan sólo la plaza y unos trozos pequeños del muro, el resto fue destruido). Lo interesante de esta zona son sus múltiples sinagogas, incluyendo la Vieja Sinagoga que hoy día es un museo de historia judía (como había entrado en Varsovia a uno, de este pasé de largo), el cementerio judío y algunas casas de personajes relevantes que vivieron su infancia allí pero que luego salieron de Polonia y se convirtieron en grandes empresarios como Helena Rubinstein o Max Faktorowicz (o lo que es lo mismo Max Factor). Es curioso que para ser una ciudad en donde no hay casi judíos habitando en ella, existan 6 sinagogas grandes (yo visité dos de ellas la Sinagoga de Isaac y la de Remuh ubicada en el cementerio judío). También es cierto que no todas están activas, algunas se usan como museos y otras simplemente el turista paga para entrar. 

Dos de los cuatro días los dediqué a las excursiones a los campos de concentración y a las minas de sal, las cuales comenté ampliamente en mi perfil de facebook. Así que aquí no lo voy hacer, sólo los remito a mi perfil de facebook para que revisen los álbumes fotográficos.


Plaza Bohaterów
El último día lo dediqué a caminar por el antiguo gueto y entrar a la Fábrica de Schindler (es curioso aunque se trata de un museo, si preguntas por el museo Schindler no te saben decir donde está, tienes que preguntar por Schindler´s factory para que te indiquen donde queda). Aunque me decepcionó un poco porque me imaginaba que estaría dedicado en su totalidad al trabajo que se hacía allí en la época de Oskar Schindler (y aunque hay una pequeña sección, la mayor parte de la exposición estuvo dedicada a la invasión alemana a Cracovia). Luego caminé por los alrededores, pasé por la plaza Bohaterów, plaza principal del gueto y donde se seleccionaba a los judíos que iban a ser transportados a los campos de concentración. En esta plaza se encuentra el monumento de las sillas, un homenaje de Roman Polanski (él fue prisionero en el gueto cuando era niño) para recordar a los judíos que tuvieron que irse de sus casas con sus pertenencias a cuestas. En la misma plaza está la Farmacia del Águila, única farmacia del gueto durante la ocupación y lugar de refugio de muchos judíos.






Muro del gueto en la calle Limanowskiego 62.
Es un parque ubicado en el patio trasero de un edificio.
La entrada es libre


Y aunque no es uno de los lugares más visitados porque se ofrece poca información al respecto, para mí el punto más interesante de Podgorze (que así se llama el barrio donde estuvo el gueto) son los restos del muro que se encuentran en las calles Lwowska 25 y en Limanowskiego 62.



Muro del gueto en la calle Lwowska 25.
Normalmente es el muro que los turistas visitan porque está en plena avenida.




 Una de las locaciones de la Lista de Schindler fue este viejo edificio residencial, cuando la mamá de Danka baja las escaleras y se encuentra con un amiguito de su hija que no la reconoce en un primer momento y pita llamando a los soldados nazis. Luego, al reconocerla, le pide que se esconda detrás de las escaleras, así como hace este turista y despista a los soldados que acudieron a su llamado.



Otras de las curiosidades que me llamó la atención fueron los magníficos vitrales del pintor, arquitecto, ebanista y dramaturgo polaco  Stanisław Wyspiański, realizadas entre 1895 y 1897, consideradas un eslabón entre el arte provinciano de Cracovia y la vanguardia estética de su época. Lo curioso de estos vitrales es que fueron pedidos por la Iglesia franciscana de Cracovia y al descubrir que se "satanizaba" a la muerte, a Dios y al rey de Polonia, se rechazaron y devolvieron a su autor. Estas obras estuvieron ocultas durante mucho tiempo hasta que alguien las redescubrió y las ofreció nuevamente a la iglesia. Se colocaron por ser obras de incalculable valor (ya su autor había fallecido) y con la condición de que no pudieran verse de día. Y así es, de día pasan desapercibidas por completo, pero al llegar la noche la iluminación que proviene del interior proyecta cada vitral con una belleza incomparable y admirable policromía y movimiento que no te das cuenta del verdadero rostro de los personajes hasta que lo detallas fijamente.

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