miércoles, 3 de junio de 2020

Reflexión


Lo que está sucediendo en EEUU, sucede en muchos otros países con mayor o menor grado de violencia que las protestas norteamericanas, lo que varía son los motivos de la ira. Pero cuando se tiene un gobierno que tensa demasiado la cuerda de la democracia, hasta convertirse prácticamente en un régimen totalitario enmascarado y que se legitima (en muchos casos) en procesos democráticos (y no me refiero únicamente al gobierno de Donald Trump, con sólo echar una mirada a países latinoamericanos y africanos y especialmente en España -por lo que publico esta reflexión- vemos que esta máxima se repite); cuando se tiene una oposición (sobre todo cuando es de izquierdas, aunque últimamente la ultra derecha también se está yendo por ese camino, pero lo digo más por los comunistas de UP que por cualquier otro partido político), cuyo único aporte es promover el descontento y agitar a las sociedades a usar su legítimo derecho a manifestarse para sacar algún provecho; cuando se apela a los errores del pasado con el objetivo de mantener vivo el odio y tener dividida a una nación, aún cuando se haya pasado página; cuando las sociedades no han madurado lo suficiente como para evitar ser manipuladas por líderes políticos, sociales o religiosos que persiguen únicamente sus propios intereses. 

Entonces, se crea el caldo de cultivo que produce el estallido de cientos de miles de personas, muchas de las cuales (y hay que decirlo también) no tienen la menor idea de los motivos por los que salen a protestar, sino que son meros repetidores de consignas y frases hechas. Esto lo aprovechan los grupos de delincuentes (entre ellos los políticos, sindicalistas y líderes sociales, muchos de ellos infiltrados en las manifestaciones) para sabotear, vandalizar y crear el caos. Y convertir lo que es un derecho constitucional en un acto de saqueo, robo y muerte. Le arrebatan a las sociedades su verdadera libertad y su única dignidad. 

Cuando aprendamos a querernos como sociedad, a respetarnos y redescubramos principios que nos han hecho olvidar; cuando aprendamos a quitarle el poder a aquellos que quieran conducirnos al abismo; cuando la justicia haga su trabajo correctamente y no presionada por ningún tipo de interés; cuando le demos valor al trabajo, al esfuerzo y al sacrificio y dejemos de tomar el camino fácil; cuando basemos nuestras vidas en logros y metas. Habremos hecho la mayor conquista que el hombre pueda hacer en esta vida y ya no tendríamos ninguna necesidad de manifestarnos. Muchas de estas conquistas dependen de uno mismo.

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