domingo, 29 de diciembre de 2019

Rivalidades cofrades: los de arriba y los de abajo

Hay muchas formas de conocer un lugar y una de ellas es a través de las anécdotas que se han construido a lo largo de su historia. Ayer comenté sobre la Capilla Tribuna de El Portichuelo, pero mucho antes de su construcción, en ese mismo lugar, se fundó en 1615 el Convento de Santa María de Jesús (hoy día es una iglesia) y el hecho de crear un convento donde ya existía otro (el Convento de Santo Domingo que data de 1586) generó un conflicto que solucionaron distanciándose. 


Ya de por sí la construcción del nuevo convento generó malestar, pero lo que desencadenó la pelea entre ambos “bandos” fue el hecho de que los dominicos, por encomienda papal, tenían el privilegio de que en sus conventos estuvieran las Cofradías de advocación a Jesús Nazareno. Nada más asentarse en la ciudad, le comunican al nuevo convento que tenían obligatoriamente que llevar sus imágenes al Convento de Santo Domingo. Pero éstos se niegan a cumplir los requisitos que los dominicos les exigían. El conflicto religioso pronto se convirtió en un problema político y social y cuando la balanza se inclinó a favor de los dominicos, los del Convento de Santa María decidieron constituirse en una nueva cofradía con el nombre de la Santa Cruz de Jerusalén y Nuestra Señora del Socorro, que los dominicos llamaron despectivamente “los de Arriba” (por estar el nuevo convento situado en la parte alta de la ciudad) y éstos a su vez recibieron el mote de "los de Abajo" y desde entonces ambas cofradías se conocieron no por sus nombres, sino por los motes que tenían. 


La rivalidad entre las dos cofradías creó un ambiente muy parecido a los que se vivieron en la Verona de los Montescos y los Capuletos. Sin embargo, este conflicto trajo algo bueno y es que cada cofradía, para demostrar el poder del apoyo seglar, comenzaron a vestir a sus imágenes con hermosísimas ropas adornadas de oro, plata y pedrería en un alarde de ostentación de poder y riqueza. Se hizo costumbre alzar los palios sobre los hombros para que el público pudiera admirar los hermosos y costosos ropajes, dando origen a las procesiones con los llamados hombres de tronos o costaleros. 


Tanto los de Arriba como los de Abajo hicieron todo lo posible para que en el acompañamiento procesional destacara el esplendor de las armadillas, las imágenes y la vestimenta de los penitentes que usaban túnicas, capirote bajo y cola trasera (el capirote no hay que confundirlo con el capirote alto de las procesiones actuales, ya que éstos comenzaron a usarse en los años cuarenta del siglo pasado). “Los de abajo” monopolizarían el color morado para sus túnicas y las túnicas de los llamados “campanilleros” eran de terciopelo repujados en oro, llevando en el pecho las más suntuosas joyas familiares. Este exceso de lujo creó un nuevo estilo y maneras de procesión, muy distinto a los que se hacían en aquel entonces en otros lugares y que luego copiarían, manteniéndose con el tiempo y que es la forma como procesionan hoy en día en la mayoría de las Comunidades Autónomas.


Nota: La historia y algunas fotos las tomé del blog: Antequera, pinceladas de Manolo Rodríguez (lo curiosos e hitoricista de mi pueblo). 


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