martes, 8 de octubre de 2019

El Campero de Málaga

Málaga también se destaca por su gastronomía local, la cual ha trascendido sus fronteras con platillos como los espetos de sardinas o los boquerones al limón (de los que he hecho algún comentario en antiguas publicaciones), el gazpachuelo (que es una variación del gazpacho tradicional) o la porra antequerana (una versión más densa del salmorejo cordobés). Pero la gastronomía malagueña es más conocida por sus Camperos (tanto es así que otras regiones han hecho sus propias versiones para atribuirse la autoría). Lo cierto es que este bocadillo típico de Málaga se popularizó en los 80 de la mano de hamburgueserías como Los Paninis (quienes proclaman ser los padres de la criatura y los otro locales así lo afirman también), California, Mafalda o Mendivil. A día de hoy son una seña de identidad gastronómica local. Su elaboración es tan sencilla que, al pensarlo fríamente, casi sorprende su éxito arrollador: jamón york, queso, lechuga, tomate y mayonesa son sus ingredientes básicos. Los originales. Sin embargo, pronto le añadieron una gran variedad de complementos, especialmente pechuga de pollo o atún. También gustan con bacón o huevo. Todo ello metido en un pan redondo recién tostado de unos 25 centímetros de ancho. No hay malagueño (ni malagueños convertidos como yo) que se resista a pedir uno después de una jornada intensa de Feria o en un descanso entre procesión y procesión de Semana Santa o simplemente para merendar. Por cierto, Los Paninis, a pesar del éxito de su invención, cerró definitivamente en 2013 después de 35 años en el negocio de la restauración. Otra acotación, en Málaga la Coca Cola vende una versión mini de su lata (250 ml. en lugar de 330 ml.), lo cual se agradece porque un adicto a los refrescos como yo, ahora toma menos cantidad de gaseosa.

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