domingo, 18 de marzo de 2018

Museo de Historia Natural de Londres

Una de las cosas que tuve tiempo para hacer durante mis días en Londres, fue la visita al Museo de Historia Natural. Hace 12 años fue por primera vez, pero en aquel entonces entré al final de la tarde, cuando estaban a punto de cerrar, por lo que no vi mucho. Esta vez aproveché una mañana para recorrerlo, pero ni una mañana entera fue suficiente para detallar cada sección que lo componen. Me llamó la atención tres cosas: el imponente edificio sede del museo, la zona azul donde albergan los fósiles y esqueletos originales de dinosaurios y la zona naranja donde está el Centro Darwin.

El edificio fue construido específicamente para este museo en estilo románico con dos alas (una a cada lado del edificio central). Las baldosas y los ladrillos muestran esculturas en relieves de lo que se exhibe dentro del museo.

La zona azul ocupa la galería central de la edificación y un inmenso Diplodocus colgado del techo da la bienvenida a los visitantes. Aquí me impresionó el Mastodonte encontrado en Chile. Aunque hay muchas reproducciones, la mayoría son fósiles originales hallados en los últimos siglos.

El Centro Darwin alberga colecciones de organismos preservados en formol que causan una gran impresión. La zona roja (donde están los fenómenos terrestres y del universo), me llamó la atención la tierra, a la cual se accede a su interior subiendo por unas escaleras mecánicas. Da la impresión de estar haciendo un viaje al centro de la tierra, al más puro estilo de Julio Verne tal como lo cuenta en su novela.
 
Algo que extrañé fue que la vez anterior que fui (a finales de noviembre) había una pista de patinaje sobre hielo en uno de los jardines del museo, esta vez no la había y me pareció raro tomando en cuenta que aún estamos en invierno y justo tres días antes de mi llegada nevó copiosamente en Londres.

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