viernes, 1 de noviembre de 2019

Tradiciones malagueñas en el Día de Todos los Santos




En la Málaga de nuestros abuelos era tradición en el Día de Todos los Santos oír tres misas seguidas (una dedicada a las almas del purgatorio y las otras dos a familiares y conocidos), visitar a los difuntos en el cementerio y preparar borrachuelos y huesos de santos. La primera ya casi ni se hace y las otras dos siguen luchando por mantenerse. 



Era típico también hacer una representación de Don Juan Tenorio del dramaturgo José Zorrilla, no sólo en el teatro de la localidad, sino también en auditorios o salones parroquiales como el de la Iglesia de San Patricio en la barriada de Huelin, debido a que la obra tiene lugar en el Día de Todos los Santos y su argumento está ligado con la muerte





En relación a los dulces, es difícil establecer los orígenes de dulces tan asentados en la sociedad malagueña y andaluza (y española en general) como los borrachuelos y los huesos de santo, típicos de las confiterías en torno al Día de Todos los Santos. Se sabe, no obstante, que sus antecedentes están en la cultura sefardí y morisca, aunque la generalización de estos productos se encuentra con la cristianización, que los acogió como propios (de hecho los valencianos y castellanos leoneses los reclaman como suyos), utilizando su simbología para homenajear a familiares ya fallecidos. Los borrachuelos son dulces de los denominados «frutas de sartén» muy parecidos a los pestiños, pero rellenos de cabello de ángel y los huesos de santo es un postre elaborado de mazapán, normalmente blanco (aunque en algunos lugares lo tintan de colores) y forma alargada y cilíndrica, rellenos de dulce de yema de huevo.



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