miércoles, 6 de febrero de 2019

Edimburgo primer día


Empezamos nuestra aventura por Edimburgo levantándonos temprano para ir al Castillo, nos habían dicho que llegáramos antes de las 10 para evitar las colas, así que pasamos a desayunar en una cafetería muy coqueta que vimos (llamada Valeria) y una vez que el hambre matutina estuvo saciada, emprendimos camino hacia la Royal Mile. A pesar de haber bastante gente por los alrededores, no hicimos nada de cola y entramos directamente al Castillo (ya eran pasadas las diez de la mañana). 

Debo confesar que el Castillo me impresionó. Está dividido en varias áreas y museos. Lo primero que encuentras es la zona de la Batería, desde aquí hay unas vistas preciosas de toda la ciudad y también hacen el famoso “One O´Clock Gun” o disparo del cañón de la una en punto. Es una tradición que data de 1861 como complemento a otra tradición que comenzó nueve años antes y es que en Calton Hill, en el Monumento al Almirante Nelson (una torre en forma de telescopio) hay un reloj con una bola de tiempo que cae justo a las 13 horas. Esto comenzó hacerse para ayudar a los marineros que navegaban por el fiordo a ajustar sus relojes; sin embargo, debido a la densa niebla que siempre acompaña a esta ciudad, se comenzó a dar el cañonazo a la misma hora por si el día fuera de poca visibilidad y los marineros, al escucharlo, pudieran ubicarse con el tiempo. Desde entonces se hace ininterrumpidamente, con excepción de los domingos. 

La ruta continuó hacia la casa del alcalde, el museo de la guerra, el museo real de los guardas dragones de Escocia y el museo del real regimiento escocés. Subiendo hacia la parte más alta del Castillo encontramos la Iglesia Santa Margarita (de la que comento en la nota “El edificio más antiguo de Escocia”) y el cementerio de animales (del que también hablé en la nota “Edimburgo lugar "friendly" con las mascotas”). Detrás de la iglesia está el patio de la corona donde están los apartamentos reales y el tesoro mejor guardado de Escocia: las joyas de la corona. Aquí se exponen la Corona, la Espada del Estado y el Cetro, conjunto con el que cada monarca escocés era investido. Son las joyas reales más antiguas de Gran Bretaña y las segundas más antiguas de Europa (cabe decir que está estrictamente prohibido tomar fotos y vídeos). En el mismo edificio se expone también la “Piedra del Destino” que tiene una historia y que la comparto en la nota “La Piedra del Destino de Escocia”.

Monumento Nacional a los caídos de Escocia
Los apartamentos reales están divididos en dos salones: el Gran Salón, donde celebraban los magnos eventos y las ceremonias reales (hoy día alberga una colección de armaduras y armas reales) y el Palacio Real que fue construido durante los siglos XV y XVI, muestra las lujosas estancias de los monarcas escoceses. Una de esas habitaciones es el dormitorio donde la reina de Escocia María Estuardo, dio a luz en 1566 a su hijo James VI, rey que uniría las coronas de Escocia e Inglaterra en 1603. Entramos también al edificio que alberga el Monumento Nacional a los caídos de Escocia, un lugar donde hay que mantener una actitud solemne en todo momento (como si de un lugar sagrado se tratara) y que expone los nombres de los cientos de miles de escoceses fallecidos en combate en las distintas batallas que han librado desde la Edad Media, fue inaugurado en 1927 y posterior a las dos guerras mundiales, se amplió para anexar a los escoceses caídos en ellas.

Para finalizar el recorrido están las prisiones en los sótanos del edificio que alberga el Gran Salón y recrean las condiciones en las que sobrevivían los prisioneros capturados durante las guerras británicas contra la Francia de Napoleón. Antes de salir fuimos testigos del famoso cañonazo de la una en punto. El recorrido total del Castillo, si lo haces con calma y disfrutando de cada zona, puede llevarte cerca de las tres horas.

Una vez en la calle nos acercamos a la Iglesia de St Giles para verla por dentro. Fue erigida sobre un antiguo santuario construido en el siglo IX, para ser consagrada al patrón de los leprosos. Después de la Reforma, el edificio fue objeto de continuas remodelaciones y hoy en día se contemplan restos de diferentes épocas. La reforma más grande se llevó a cabo después de que la iglesia sufriera un incendio provocado por los ingleses en 1385, tras el cual fue reconstruida con un estilo gótico. El motivo por el que oficialmente no es una Catedral es porque carece de un obispo.

Como ya pegaba el hambre fuimos a un local que está a pocos metros de allí llamado Deacon Brodies Tavern (confieso que fui porque tenía el nombre de mi perro, aunque en realidad es el nombre del diácono William Brodie. cuya doble vida sirvió de inspiración para la novela El Doctor Jekill y Mr. Hyde del escritor escocés Robert Louis Balfour Stevenson. Durante el día, Brodie era un respetable consejero municipal y por las noches, se convertía en jefe de una banda de ladrones. Fue desenmascarado, arrestado y colgado en 1788 en un patíbulo que él mismo había ordenado construir). Es un pub pero tiene una sala en la parte de arriba donde sirven comida, Allí probé los famosos Haggis que son vísceras de cordero aderezadas con especias (parecía más bien morcilla) acompañado por un puré de patatas y rábano. La verdad que estuvo rico.

Al salir ya estaba bastante oscuro (y no pasaba de las 5 de la tarde), por lo que decidimos caminar por Prince St y meternos en las tiendas. Entramos en Jenners, considerados los grandes almacenes de la ciudad (en muchos sitios leí que lo comparaban con Harrods los grandes almacenes londinenses, pero la verdad no tiene nada que ver, Jenners parece más bien una Mark & Spencer añeja). Al salir, compramos un dulce porque ese día estábamos de cumpleaños, comida para cenar en el hotel y nuevamente a refugiarnos porque el frío ya calaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario