Empezamos nuestra aventura por Edimburgo levantándonos temprano para ir al Castillo,
nos habían dicho que llegáramos antes de las 10 para evitar las colas, así que
pasamos a desayunar en una cafetería muy coqueta que vimos (llamada Valeria) y
una vez que el hambre matutina estuvo saciada, emprendimos camino hacia la
Royal Mile. A pesar de haber bastante gente por los alrededores, no hicimos
nada de cola y entramos directamente al Castillo (ya eran pasadas las diez de
la mañana).
Debo confesar que el Castillo me impresionó. Está dividido en
varias áreas y museos. Lo primero que encuentras es la zona de la Batería,
desde aquí hay unas vistas preciosas de toda la ciudad y también hacen el
famoso “One O´Clock Gun” o disparo del cañón de la una en punto. Es una
tradición que data de 1861 como complemento a otra tradición que comenzó nueve
años antes y es que en Calton Hill, en el Monumento al Almirante Nelson (una
torre en forma de telescopio) hay un reloj con una bola de tiempo que cae justo
a las 13 horas. Esto comenzó hacerse para ayudar a los marineros que navegaban
por el fiordo a ajustar sus relojes; sin embargo, debido a la densa niebla que
siempre acompaña a esta ciudad, se comenzó a dar el cañonazo a la misma hora por
si el día fuera de poca visibilidad y los marineros, al escucharlo, pudieran
ubicarse con el tiempo. Desde entonces se hace ininterrumpidamente, con
excepción de los domingos.
La ruta continuó hacia la casa del alcalde, el museo
de la guerra, el museo real de los guardas dragones de Escocia y el museo del
real regimiento escocés. Subiendo hacia la parte más alta del Castillo
encontramos la Iglesia Santa Margarita (de la que comento en la nota “El
edificio más antiguo de Escocia”) y el cementerio de animales (del que también
hablé en la nota “Edimburgo lugar "friendly" con las mascotas”).
Detrás de la iglesia está el patio de la corona donde están los apartamentos
reales y el tesoro mejor guardado de Escocia: las joyas de la corona. Aquí se
exponen la Corona, la Espada del Estado y el Cetro, conjunto con el que cada monarca
escocés era investido. Son las joyas reales más antiguas de Gran Bretaña y las
segundas más antiguas de Europa (cabe decir que está estrictamente prohibido
tomar fotos y vídeos). En el mismo edificio se expone también la “Piedra del
Destino” que tiene una historia y que la comparto en la nota “La Piedra del
Destino de Escocia”.
Monumento Nacional a los caídos de Escocia |
Los apartamentos reales están divididos en dos salones: el
Gran Salón, donde celebraban los magnos eventos y las ceremonias reales (hoy
día alberga una colección de armaduras y armas reales) y el Palacio Real que
fue construido durante los siglos XV y XVI, muestra las lujosas estancias de
los monarcas escoceses. Una de esas habitaciones es el dormitorio donde la
reina de Escocia María Estuardo, dio a luz en 1566 a su hijo James VI, rey que
uniría las coronas de Escocia e Inglaterra en 1603. Entramos también al
edificio que alberga el Monumento Nacional a los caídos de Escocia, un lugar
donde hay que mantener una actitud solemne en todo momento (como si de un lugar
sagrado se tratara) y que expone los nombres de los cientos de miles de
escoceses fallecidos en combate en las distintas batallas que han librado desde
la Edad Media, fue inaugurado en 1927 y posterior a las dos guerras mundiales,
se amplió para anexar a los escoceses caídos en ellas.
Para finalizar el recorrido están las prisiones en los
sótanos del edificio que alberga el Gran Salón y recrean las condiciones en las
que sobrevivían los prisioneros capturados durante las guerras británicas
contra la Francia de Napoleón. Antes de salir fuimos testigos del famoso
cañonazo de la una en punto. El recorrido total del Castillo, si lo haces con
calma y disfrutando de cada zona, puede llevarte cerca de las tres horas.
Una vez en la calle nos acercamos a la Iglesia de St Giles para
verla por dentro. Fue erigida sobre un antiguo santuario construido en el siglo
IX, para ser consagrada al patrón de los leprosos. Después de la Reforma, el
edificio fue objeto de continuas remodelaciones y hoy en día se contemplan
restos de diferentes épocas. La reforma más grande se llevó a cabo después de
que la iglesia sufriera un incendio provocado por los ingleses en 1385, tras el
cual fue reconstruida con un estilo gótico. El motivo por el que oficialmente
no es una Catedral es porque carece de un obispo.
Como ya pegaba el hambre fuimos a un local que está a pocos
metros de allí llamado Deacon Brodies Tavern (confieso que fui porque tenía el
nombre de mi perro, aunque en realidad es el nombre del diácono William Brodie.
cuya doble vida sirvió de inspiración para la novela El Doctor Jekill y Mr.
Hyde del escritor escocés Robert Louis Balfour Stevenson. Durante el día,
Brodie era un respetable consejero municipal y por las noches, se convertía en
jefe de una banda de ladrones. Fue desenmascarado, arrestado y colgado en 1788
en un patíbulo que él mismo había ordenado construir). Es un pub pero tiene una
sala en la parte de arriba donde sirven comida, Allí probé los famosos Haggis
que son vísceras de cordero aderezadas con especias (parecía más bien morcilla)
acompañado por un puré de patatas y rábano. La verdad que estuvo rico.
Al salir
ya estaba bastante oscuro (y no pasaba de las 5 de la tarde), por lo que
decidimos caminar por Prince St y meternos en las tiendas. Entramos en Jenners,
considerados los grandes almacenes de la ciudad (en muchos sitios leí que lo
comparaban con Harrods los grandes almacenes londinenses, pero la verdad no tiene nada que ver, Jenners parece
más bien una Mark & Spencer añeja). Al salir, compramos un dulce porque ese
día estábamos de cumpleaños, comida para cenar en el hotel y nuevamente a
refugiarnos porque el frío ya calaba.
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