Una de las tumbas más populares del cementerio inglés de Málaga, es la tumba de la niña Violeta. Se trata de un modesto enterramiento de mármol blanco, adornado con una cruz celta incrustada en un círculo. Lo más singular es el epitafio que figura en su lápida, en el que sus familiares compararon la corta edad de la pequeña desaparecida (apenas un mes de vida) con la duración de la planta de la que tomó su nombre: "… Ce que vivent les violettes…” (Lo que viven las violetas)
La poetisa malagueña María Victoria Atencia, escribió y mandó a grabar en uno de los muros del cementerio, un poema inspirado en la tumba de Violeta. Ese poema es:
Porque te fue negado el tiempo de la dicha
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas.
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico
y la tierra no supo lo firme de tu paso.
Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente
-tal se entierra a un vencido al final del combate-,
donde el agua en noviembre calará tu ternura
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio.
Quieta tu vida toda al tacto de la muerte,
que a las semillas puede y cercena los brotes,
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca
sabrás el estallido floral de primavera.
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