La Coracha fue uno de los barrios más característicos y antiguos de Málaga. Se situaba al lado sur de la Alcazaba, hasta la orilla del mar y hacia honor a su nombre (de hecho esa fue la razón por la que lo bautizaron así), ya que servía de muralla a la fortaleza nazarí. Aunque fue un barrio humilde, con el tiempo alcanzó cierto nivel cuando los servicios básicos comenzaron a funcionar. Casi dos siglos de historia acumuló La Coracha con sus casas blancas, encaramadas en la ladera del Monte Gibralfaro y adosadas a la propia muralla de la Alcazaba. Sin embargo, la apertura del túnel La Alcazaba en 1998, puso fin a un proceso de destierro de sus habitantes que había comenzado años atrás y que culminó con la demolición de las casas, borrando todo rastro de lo que un día fue este barrio. Expertos en la materia lo han calificado como uno de los mayores crímenes urbanísticos realizados en Málaga y que supuso la pérdida de un patrimonio cultural y arquitectónico singular. En su lugar construyeron un conjunto de escalinatas y senderos ajardinados y sólo sobreviven viejas fotografías.
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