En un viaje relámpago que hice a Burdeos la capital mundial del vino, encontré algo más que su bien ganada fama de ciudad vinícola (elaboran más de ocho mil clases de vinos, 65 de los cuales tienen el sello de Denominación de Origen). Una de las cosas que me llamó la atención fue que es una ciudad de paso para el Camino de Santiago y eso es debido a que en Burdeos desembarcaban los peregrinos llegados en barcos ingleses que comerciaban en estos puertos con el vino y la sal. También venían a bordo peregrinos del centro de Europa con el suficiente poder adquisitivo para poder pagarse un pasaje y evitar continuar a pie siguiendo el Camino Francés o el del Norte. Hay tres iglesias que forman parte de este camino y que fueron usadas para señalarles la ruta a los peregrinos: la Iglesia de St. Andre, la de St. Michelle y la de St. Seurin. Para que los peregrinos no se perdieran, colocaron por el camino distintas señales en forma de concha marina y hacia donde mirara la parte trasera de la concha por allí era el camino. En una próxima publicación hablaré de las iglesias y de la cultura vinícola de Burdeos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario