Aunque en Málaga está prohibido encender fogatas en la playa, el Ayuntamiento no iba a dejar a los malagueños con las ganas de tener una moraga en la Noche de San Juan. De allí que se queme de forma controlada, un muñeco que se coloca en la arena (al estilo de los Ninots de las fallas de Valencia o la tradicional quema del Judas). A las doce en punto, el fuego empieza hacer su trabajo para el disfrute de los asistentes que ven arder lo que aquí llaman la Júa (barbarismo de Judas). Cada año esta Júa representa un motivo, esta vez fue una lancha con narcotraficantes. Una denuncia en contra de las llamadas "narcolanchas" que cruzan el estrecho de Gibraltar o vienen de Marruecos para traficar en las costas de Cádiz y Almería. Al ritmo de la música y de los fuegos artificiales (y bajo una hermosa luna llena), se presencia la quema hasta la total consumición de la Júa. Luego, a la mañana siguiente, toca limpieza de todo la suciedad dejada, para poner a punto la playa en este domingo veraniego.
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