El siglo XIX fue una de las épocas de mayor esplendor
para la provincia de Málaga, llegó a ser la segunda ciudad industrial más
importante de España. Numerosas empresas instalaron su sede en Málaga gracias a
la actividad que les proporcionaba el puerto. Pero Málaga fue una de las
provincias perjudicadas con la desindustrialización del sur, en la década de los sesenta, para favorecer la industrialización del norte. Esto provocó el traslado de
muchas empresas y, por ende, la emigración de andaluces hacia Cataluña buscando
un futuro mejor.
Esta época dorada dejó, sin embargo, un rico patrimonio
industrial para los malagueños en forma de chimeneas. En su mejor momento se contabilizaron
más de 300, hoy día sólo perviven 13 que están distribuidas a lo largo de la
ciudad. Es tal la importancia de este legado industrial, que existe una
Asociación que se encarga de protegerlas e integrarlas a los desarrollos urbanísticos que se llevan a
cabo alrededor de ellas. La idea es consolidarlas como Bien Cultural y
garantizar su supervivencia. En una de mis publicaciones hablé de la Torre Mónica
(la chimenea que está frente a mi casa), en futuros post contaré la historia de
algunas otras porque son interesantes.
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