Hoy en Venezuela se celebra el Día de las Madres y yo quiero rendirle un tributo a la mía publicando una de las fotos que más me gustan de ella. No tiene mucha calidad porque fue tomada hace más de 60 años y la original que conservo es tamaño carné y no puedo ampliarla todo lo que quiero sin que se “pixele” demasiado, aún así no deja de gustarme. Sé que existía una más grande que se amplió, se pintó a mano y se enmarcó, pero durante mucho tiempo estuvo guardada en uno de los armarios de la casa (no sé por qué estaba escondida y siendo un niño jamás me lo pregunté). Mi madre fue una mujer alegre, jovial y luchadora y siendo la única chica de cinco hermanos, tuvo que rebelarse a los cánones de la época para no ser una mujer sometida. Ella nunca concordó con la mentalidad machista de la sociedad (afortunadamente mi abuela y mis tíos tampoco) y siempre fue a contracorriente, con sus más y sus menos, sus éxitos y fracasos, pero fiel a sus pensamientos. Era elegante, divertida, buena amiga, sé que todas son virtudes, pero hasta ahora nadie me ha dicho nada negativo de ella porque, a pesar de los muchos defectos que pudo tener y tuvo, se hizo querer por todos, daba sin esperar a recibir nada a cambio. Las madres de mi generación estaban hechas de otra pasta. Feliz Día de las Madres a la mía desde el cielo y a todas las que son madres y ojalá cada uno haya heredado aunque sea una mínima porción de ese carácter que forjaron nuestras madres para salir adelante en la época que les tocó vivir. Yo todavía estoy aprendiendo de ella, aún cuando no la tengo a mi lado (físicamente) para enseñarme.
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