viernes, 2 de agosto de 2019

Pueblos blancos de la Sierra Rondeña



La provincia de Málaga incluye encantadores pueblos blancos que se extienden entre la Sierra de Cádiz y la Serranía de Ronda, cuya belleza estriba en que se levantan imponentes en lo alto de laderas y cerros y están abrazados por bellos paisajes, dominado por bosques de pinos, pinsapos, alcornoques y encinas. En ellos, la tranquilidad, la belleza, las casas blancas (de allí la denominación de pueblos blancos), lo cotidiano, lo típico y el aire puro se adueñan del protagonismo, constituyendo una invitación en toda regla a perderse por su calles. Aquí presento cinco de ellos:


CASARES

El llamado “Pueblo Colgante”, por estar ubicado en un macizo de roca. Se enclava entre la Costa del Sol, la Serranía de Ronda y el Campo de Gibraltar, por lo que atesora un paisaje de lo más variopinto: desde elevadísimos picos y tierras abruptas hasta una pequeña porción de costa. Mandado a construir por Julio César, constituye un arquetipo de pueblo blanco, en tanto que está recorrido por callejuelas estrechas y empinadas y decorado con una retahíla de casitas encaladas en blanco. Además, guarda bonitas joyas arquitectónicas, como la iglesia de la Encarnación, que le han valido el reconocimiento de Conjunto Histórico Artístico y lugares de interés próximos como las cuevas de Ballesteros o los Baños Romanos de La Hedionda (dicen que aquí el diablo exhaló su último aliento cuando fue expulsado por Santiago. Esta es una de las leyendas que el imaginario popular guarda para justificar el olor a azufre de las aguas y de allí el nombre tan peculiar de estos baños). Es el pueblo natal de Blas Infante, el llamado Padre de la Patria Andaluza y es conocido también por su gastronomía en la que el conejo de montaña y la sopa casareña son las delicias más tradicionales.

ATAJATE

Entre los valles del Genal y el Guadairo, en el corazón de la Serranía de Ronda, se encuentra esta pintoresca localidad, la cual permite entender que el tiempo también puede discurrir de otra manera, es decir, con calma y paciencia. Es considerado el lugar menos poblado de la provincia, lo que le otorga mucha paz y tranquilidad. Está recorrida por unas pocas calles, jalonadas de casas con coloridas macetas en las ventanas, y presidida por la bonita iglesia de San Roque. Por si fuera poco, sus habitantes producen un rico mosto local (aquí hubo una importante industria vinícola ahora en declive, por causa de una fuerte plaga de filoxera que afectó esta región a finales del siglo XIX) y elaboran riquísimos dulces de tradición morisca como el «enreaíllo». Un pueblo blanco tranquilo y pequeño que bien merece la pena pasearlo si se está de vacaciones por Ronda.



 ALGATOCÍN

A muy pocos kilómetros de Atajate en la carretera que une Ronda con el Campo de Gibraltar, nos topamos con Algatocín, pueblo de alma rural y espíritu de lo más tradicional. Llama la atención su entramado urbano dominado por calles muy empinadas, a las que se asoman casas pintadas de blanco impoluto y algunos tesoros arquitectónicos como la iglesia de Nuestra Señora del Rosario, que despunta por la inusitada cúpula azul que corona la torre del campanario o curiosas formaciones rocosas como el Arco del Fraile. Desde el mirador del Genil se contempla una panorámica maravillosa del valle del Genil.






 GAUCÍN

Ubicado en el corazón del valle del Genal encontramos a Gaucín, pueblo que constituye la puerta de entrada a las zonas más abruptas de esta región, pues está dispuesto para favorecer el trascurso del río Genal. Las calles de Gaucín conservan el antiguo trazado morisco y se cuelan entre una retahíla de casas blancas con balcones y rejas de forja de fabricación artesanal y construcciones antiguas como la iglesia de San Sebastián o la fuente de los seis caños. La cima de la colina sobre la que se asienta el pueblo conserva los restos del castillo del Águila, desde donde se contempla el paisaje dominado por el encuentro del río Genal con el Guadairo. Hoy en día, el castillo que solía ser la fortaleza meridional de la región, junto con Gibraltar, es la herencia más importante de Gaucín. La variedad de exuberante vegetación de este pequeño pueblo blanco es asombrosa. Puedes encontrar desde pinos y olivos en las montañas hasta naranjos, fresnos y sauces ubicados en las laderas del río Genal.


BENALAURÍA

Este diminuto pueblo se encuentra sobre una loma rodeada por un bosque de castaños, que lo oculta y lo hace pasar desapercibido para quienes circulan por la carretera que une Guacín con Ronda. En otoño adquiere su máximo esplendor, pues pinta la naturaleza que lo rodea de colores ocres y marrones, que puedes descubrir recorriendo uno de sus muchos senderos. En sus pocas y empinadas calles, en las que aún se respira el pasado morisco, se pueden ver algunas construcciones bonitas como la iglesia de Santo Domingo, las casas consistoriales originarias del siglo XVII, el museo Etnográfico, que constituye una excelente oportunidad para adentrarse en el modo de vida local, o el columbario del Cortijo del Moro, un yacimiento de origen romano que conserva restos de una antigua villa romana y un panteón funerario.

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