La provincia de Málaga incluye
encantadores pueblos blancos que se extienden entre la Sierra de Cádiz y la
Serranía de Ronda, cuya belleza estriba en que se levantan imponentes en lo
alto de laderas y cerros y están abrazados por bellos paisajes, dominado por
bosques de pinos, pinsapos, alcornoques y encinas. En ellos, la tranquilidad,
la belleza, las casas blancas (de allí la denominación de pueblos blancos),
lo cotidiano, lo típico y el aire puro se adueñan del protagonismo,
constituyendo una invitación en toda regla a perderse por su calles. Aquí presento cinco de ellos:
CASARES
El llamado “Pueblo Colgante”, por estar ubicado en un macizo de
roca. Se enclava entre la Costa del Sol, la Serranía de Ronda y el Campo de
Gibraltar, por lo que atesora un paisaje de lo más variopinto: desde
elevadísimos picos y tierras abruptas hasta una pequeña porción de costa.
Mandado a construir por Julio César, constituye un arquetipo de pueblo blanco,
en tanto que está recorrido por callejuelas estrechas y empinadas y decorado
con una retahíla de casitas encaladas en blanco. Además, guarda bonitas joyas
arquitectónicas, como la iglesia de la Encarnación, que le han valido el
reconocimiento de Conjunto Histórico Artístico y lugares de interés próximos
como las cuevas de Ballesteros o los Baños Romanos de La Hedionda (dicen que
aquí el diablo exhaló su último aliento cuando fue expulsado por Santiago. Esta
es una de las leyendas que el imaginario popular guarda para justificar el olor
a azufre de las aguas y de allí el nombre tan peculiar de estos baños). Es el
pueblo natal de Blas Infante, el llamado Padre de la Patria Andaluza y es
conocido también por su gastronomía en la que el conejo de montaña y la sopa
casareña son las delicias más tradicionales.
ATAJATE
Entre los valles del Genal y el Guadairo,
en el corazón de la Serranía de Ronda, se encuentra esta pintoresca localidad,
la cual permite entender que el tiempo también puede discurrir de otra manera,
es decir, con calma y paciencia. Es considerado el lugar menos poblado de la
provincia, lo que le otorga mucha paz y tranquilidad. Está recorrida por unas
pocas calles, jalonadas de casas con coloridas macetas en las ventanas, y
presidida por la bonita iglesia de San Roque. Por si fuera poco, sus habitantes
producen un rico mosto local (aquí hubo una importante industria vinícola ahora
en declive, por causa de una fuerte plaga de filoxera que afectó esta región a
finales del siglo XIX) y elaboran riquísimos dulces de tradición morisca como
el «enreaíllo». Un pueblo blanco tranquilo y pequeño que bien merece la pena
pasearlo si se está de vacaciones por Ronda.
A muy pocos
kilómetros de Atajate en la
carretera que une Ronda con el Campo de Gibraltar, nos topamos con Algatocín,
pueblo de alma rural y espíritu de lo más tradicional. Llama la atención su
entramado urbano dominado por calles muy empinadas, a las que se asoman casas
pintadas de blanco impoluto y algunos tesoros arquitectónicos como la iglesia
de Nuestra Señora del Rosario, que despunta por la inusitada cúpula azul que
corona la torre del campanario o curiosas formaciones rocosas como el Arco del
Fraile. Desde el mirador del Genil se contempla una panorámica maravillosa del
valle del Genil.
Ubicado en el corazón del
valle del Genal encontramos a Gaucín, pueblo que constituye la puerta de
entrada a las zonas más abruptas de esta región, pues está dispuesto para
favorecer el trascurso del río Genal. Las calles de Gaucín conservan el antiguo
trazado morisco y se cuelan entre una retahíla de casas blancas con balcones y
rejas de forja de fabricación artesanal y construcciones antiguas como la
iglesia de San Sebastián o la fuente de los seis caños. La cima de la colina
sobre la que se asienta el pueblo conserva los restos del castillo del Águila,
desde donde se contempla el paisaje dominado por el encuentro del río Genal con
el Guadairo. Hoy en día, el castillo que solía ser la fortaleza meridional de
la región, junto con Gibraltar, es la herencia más importante de Gaucín. La
variedad de exuberante vegetación de este pequeño pueblo blanco es asombrosa.
Puedes encontrar desde pinos y olivos en las montañas hasta naranjos, fresnos y
sauces ubicados en las laderas del río Genal.
BENALAURÍA
Este diminuto pueblo se
encuentra sobre una loma rodeada por un bosque de castaños, que lo oculta y lo
hace pasar desapercibido para quienes circulan por la carretera que une Guacín
con Ronda. En otoño adquiere su máximo esplendor, pues pinta la naturaleza que
lo rodea de colores ocres y marrones, que puedes descubrir recorriendo uno de
sus muchos senderos. En sus pocas y empinadas calles, en las que aún se respira
el pasado morisco, se pueden ver algunas construcciones bonitas como la iglesia
de Santo Domingo, las casas consistoriales originarias del siglo XVII, el museo
Etnográfico, que constituye una excelente oportunidad para adentrarse en el
modo de vida local, o el columbario del Cortijo del Moro, un yacimiento de
origen romano que conserva restos de una antigua villa romana y un panteón
funerario.
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