
Con la entrada del S. XXI, el Puerto de Málaga se sometió a una profunda modernización de sus instalaciones que modificaron radicalmente su imagen. Hoy día no sólo sigue cumpliendo su función primigenia de ser un puerto comercial con un aumento considerable del tráfico de mercancías, gracias a las nuevas terminales de contenedores que permiten mover cientos de miles de toneladas de productos, sino que, además, se ha convertido en el cuarto puerto (después de Barcelona, Canarias y Mallorca) preferido por las compañías de cruceros con un atraque anual de 200 barcos que traen a más de 500 mil cruceristas, generando un beneficio económico superior a los 40 millones de euros y para más inri, desde hace dos décadas también es referente para la reparación de buques que transitan por esta zona del Mediterráneo (el Octopus, el octavo megayate más grande del mundo cuyo propietario es Paul Allen, cofundador de Microsoft, tiene Málaga como un puerto base para efectuar sus reparaciones).
Todo esto sin contar con los comercios que han abierto en los Muelles Uno y Dos (de los que hablé hace algún tiempo), la remodelación de las terminales de pasajeros y la apertura hasta 2025 (por los momentos) de la primera sede del Museo Pompidou fuera de Francia, hacen del Puerto de Málaga uno de los más transitados, modernos y de mayor proyección de España.
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