Ayer estuve viendo una comedia en el Teatro Alameda y pensé que Málaga es una ciudad que se merece tener un circuito teatral mejor del que tiene ahora (al estilo de Madrid o Barcelona). El estandarte teatral recayó durante muchos años sobre el Teatro Cervantes, centro cultural que resurgió de las cenizas cual Ave Fénix (en la segunda mitad del S. XIX sufrió un grave incendio que prácticamente lo destruyó en su totalidad) y dotó a Málaga de un importante lugar para dar cabida a las diferentes artes escénicas, ofreciendo así un espacio al auge cultural que vivió la urbe en aquel entonces. Resurgió con el nombre de Teatro Cervantes (originalmente se llamaba Príncipe Alfonso y antes del incendio De la Libertad). Con el tiempo, hubo la necesidad de ampliar esa oferta cultural, por lo que asociaciones privadas buscaron alternativas, surgiendo así el Teatro Alameda bajo el lema "Un teatro para todos", con el fin de dar apoyo a pequeñas compañías y artistas independientes. En el 2009, un antiguo cine (inaugurado en 1932 y que cerró sus puertas en el 2001) por un acuerdo entre el Ayuntamiento y un grupo de inversores, es rehabilitado y transformado en el actual Teatro Echegaray. Estos tres teatros completan un circuito teatral importante para Málaga (hay otros pero son prácticamente salas alternativas con muy poca capacidad de espectadores). A pesar de esta falta de espacios culturales, hay que mencionar como un gran logro la 35 edición del Festival de Teatro de Málaga, que este año ofreció 74 funciones y 42 montajes, convirtiéndose en un sólido escaparate de las producciones nacionales e internacionales, tanto de obras clásicas como obras alternativas.
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