Abro los ojos y te veo encender la luz, te inclinas
sobre mí y me das una suave sacudida al tiempo que me preguntas en qué estaba
soñando, por qué me removía incómodo sobre la cama y lloraba un llanto de
desconsuelo. Me veo en pijamas con la camisa abierta y el pecho al descubierto,
estoy desconcertado, había sido un sueño la sensación de pérdida que tuve. Veo
los números verdes del despertador en la oscuridad del cuarto y me doy cuenta
que el día apenas comienza. Te noto preocupada y me alegro porque percibo que
pasará mucho tiempo antes de perderte. No pienso en el futuro, pienso en el
presente y dejo que sigas aferrada a mi cintura para grabar ese momento en un
lugar de mi memoria. Me serena tu calma, me alivia saberte tan cerca de mí,
redimiéndome de la desesperación y la soledad. Cierro los ojos y me siento en
el filo de la cama, me doy ánimos para levantarme y comenzar mi rutina diaria.
Te veo y sonríes de nuevo, pienso por un momento y me vuelvo acostar decidido a
no levantarme ese día sino a dedicarme a ti por completo y dejar pasar el
tiempo consumiéndolo a tu lado en un abrazo eterno que me redime de la soledad.
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