viernes, 23 de abril de 2010

Ausencias y abandonos

La anciana con sus pasos dificultosos se acercó al comedor y se sirvió agua de una jarra de cristal que descansaba sobre la mesa. Su nieto la vio más vieja y acabada, parecía un fantasma materializado en un cuerpo a punto de sucumbir. El pulso le temblaba, le costó trabajo llevarse el vaso a los labios. De repente tuvo una visión y vio en pequeños destellos parte de su infancia. Se vio a sí misma en una casa rural, ubicada en medio de un naranjal. Tenía la sensación de que su vida se basaba en ausencias y abandonos. El nieto la volvió a la realidad tomándola por los hombros. Casi se desmayó en sus brazos, sin fuerzas físicas ni voluntad para caminar se entregó a la inercia. Su cuerpo sudaba y en su mirada se reflejaba una profunda tristeza.

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